Djokovic campeón del US Open
El serbio gana a Del Potro por 6-3, 7-6 (4) y 6-4, se hace con su tercer título en Nueva York e iguala los 14 ‘grandes’ de Pete Sampras.
Si en Wimbledon regresó al centro de la escena, con la conquista del Abierto de Estados Unidos, Novak Djokovic certifica que está de nuevo en plenitud, dispuesto a litigar por todo. El serbio venció a Juan Martín del Potro por 6-3, 7-6 (4) y 6-3, en tres horas y 15 minutos, para hacerse con su tercer título en Nueva York y decimocuarto Grand Slam. La cifra de majors tiene una significación especial, en la medida en que le permite igualar a Pete Sampras y situarse a tres de Rafael Nadal y a seis de Roger Federer. A sus 31 años, y renacido después de la lesión el codo que le mantuvo una temporada desalojado de la élite, Nole, que asciende al tercer puesto del ránking, se incorpora otra vez a la carrera por entrar como el mejor de siempre en la posteridad y luchar esta misma temporada por volver a lo más alto del escalafón. Ha ganado seis veces el Abierto de Australia, cuatro de Wimbledon, tres el US Open y una Roland Garros.
Vencedor de los dos últimos torneos del Grand Slam, Djokovic empieza a parecerse mucho al tenista que dominó con una autoridad casi incontestable la competición en 2015 y 2016. Su tenis neutralizó el empuje de un Del Potro dignísimo una vez más. Magnífica noticia también para el tenis el formidable momento del argentino, uno de los más estimulantes animadores de este deporte desde que irrumpió precisamente en este torneo, hace ya nueve años.
El serbio ha renovado su peso en el circuito, cuando en algún momento pudo pensarse que sus mejores días habían quedado atrás. Campeón también este curso en Cincinnati, donde se convirtió en el primer tenista en ganar los nueve Masters 1000, salvó un titubeante comienzo en este US Open para ganar sin ceder un set sus cinco encuentros siguientes. Tras un comienzo parejo, con largos intercambios en diagonal, los dos jugadores buscándose el revés, Nole marcó distancias en el octavo juego, volviendo de un 40-0 hasta lograr el break que acabó por darle el primer parcial.
Sereno, paciente, supo esperar su oportunidad frente a un Del Potro que empezaba a sufrir ante las mayores alternativas del balcánico, inteligente en la búsqueda de salidas que le permitieran desactivar el mejor activo de su adversario, esa derecha salvaje que rara vez impactaba en condiciones ventajosas. Con un juego alegre, decidido, y firme en el arte de la defensa, Djokovic acortaba los intercambios y gobernaba una final que se le aproximó aún más con otra rotura en el tercer juego del segundo set.
La hinchada argentina, liderada por el grupo de amigos de toda la vida del tenista de Tandil, mantenía el empuje hacia un hombre cuya resistencia a la adversidad ha sido siempre admirable. En la lluviosa noche neoyorquina, que obligó a que el partido se disputase desde el inicio con la pista cubierta, nadie acababa de perder la fe en Delpo, sin duda uno de los tenistas más queridos del circuito.
Djokovic abordó con éxito la primera amenaza de break, una vez a punto toda la artillería de su adversario, que aprovechó la segunda opción e igualó a tres. Con mayor movilidad, Del Potro se abría para encontrar la derecha invertida y golpeaba como un yunque. Su inmediato porvenir pasó por un octavo juego que se prolongó durante 20 minutos. Mandaba por 4-3 y dispuso de tres pelotas para abrir brecha sobre el saque del serbio, pero fue éste quien igualó a cuatro. Nole se llevó el desempate y sentó las bases para hacerse con la victoria.
Nunca se rindió Del Potro, pues, como ha demostrado en su asombrosa trayectoria vital, esa palabra no entra en su vocabulario. Ni siquiera bajó los brazos tras entregar su saque en el cuarto juego del tercer set. Rompió de vuelta y se encorajinó, retroalimentándose con sus seguidores. Pero el balcánico supo gestionar la nueva situación y quebró en el octavo, logro que refrendó al conservar su saque y aprovechar el primer ‘match ball’. Ambos se abrazaron en el centro de la cancha. Desconsolado, el argentino lloraba en su silla mientras el campeón festejaba el título con las personas más cercanas en su box. Poco tardó Djokovic en acudir al auxilio del subcampeón, tendiéndole de nuevo los brazos para intentar paliar su frustración.