Alemania ‘salva’ un empate ante una España brillante

 

España y Alemania se repartieron el empate y dejaron para la última jornada la definición de un grupo que siguen mandando los españoles y que los germanos deberán cerrar con victoria, y goleada… Y pendientes del partido entre los españoles y Japón porque un empate entre ellos dejaría a la Mannschaft fuera del Mundial. A pesar de la excelente imagen que dejó en este duelo.

Se avanzó Morata para España mediada la segunda mitad y cuando se acercaba el final igualó Fullkrug. Un resultado justo en un encuentro soberbio. Sin más… Y con un desemboque sensacional, con Alemania buscando la victoria a la desesperada y España, tan firme como agotada, salvando la papeleta con grandeza.

Fue, de largo, el mejor partido del torneo, digno de una final cuando apenas era una segunda jornada de la fase de grupos enfrentando a dos equipos que quisieron ganar sin disimulo, que buscaron el gol a través de un juego excelso, de una presión al rival enfermiza, que combinaron con una rapidez no vista hasta entonces en Qatar y que regalaron un espectáculo soberbio.

Presentó rápido sus credenciales España. Si a los alemanes les costó algo más posicionarse y entrar en el juego, los jugadores de Luis Enrique salieron al campo ya enchufadísimos, con una presión salvaje en el área rival y una paciencia trascendental cuando tenían el balón… Para, de pronto, acelerar a fondo y demostrar sus intenciones.

Así llegó, a los siete minutos, el primer aviso. Y menudo aviso. Le llegó el balón a Dani Olmo escorado a la izquierda, casi en la diagonal del área, y desde allí soltó un zapatazo monumental que Neuer, magnífico en la respuesta, desvió lo justo con la mano para que el balón se estrellase en el larguero. Una salida rabiosa española que, obvio, provocó el despertar germano.

Si en los primeros diez minutos la presión de la Mannschaft se limitó a vigilar la salida de balón de los españoles en las inmediaciones del área, a partir de ahí los de Flick calcaron, y hasta aumentaron, la intensidad en su persecución del balón cuando lo quería jugar España en su campo.

Así comenzó a pasar problemas Pedri y tuvo que apoyarse Busquets mucho más en el incansable Gavi. Y echando de menos la prestancia de Marco Asensio, en labores ofensivas el conjunto hispano encontró su estrella en Dani Olmo, capaz de enloquecer en cualquier circunstancia a los rivales. Le acompañó en la intención Ferran Torres, listo en el desmarque, innegociable en la presión y acertado en la combinación… Pero lento en el remate.

Se igualó el juego de una manera excelsa, con los dos equipos empeñados en ganar bajo su propio convencimiento y convirtiendo el terreno de juego, todo él, en un campo de batalla monumental, adivinándose que apenas un error o una genialidad pudiera cambiar las cosas.

Y pudieron cambiar cerca del descanso, en un centro lateral al área española que pilló despistada a la defensa y atento a Rudiger para rematar de cabeza a la red. Fue un susto mayúsculo… Y un alivio comprobar que el zaguero del Real Madrid partió en fuera de juego.

EL EFECTO MORATA

Si fue sensacional la primera mitad, quien pudiera pensar que el esfuerzo físico pasaría factura se equivocó, demostrándose que las dos selecciones llegaron a Qatar con una preparación excelente. Y que iban a mantener el pistón a tope en la segunda parte.

Siguió Olmo siendo una pesadilla como lo iba siendo Gnabry. Se dejaba ver con su estampa Müller y respondía a la exigencia Busquets, hasta que Luis Enrique decidió mover ficha. Y demostró, el entrenador asturiano, tener perfectamente estudiado el partido.

Dio entrada a Morata en lugar de Ferran y aunque inmediatamente después Unai tuvo que intervenir milagrosamente ante Kimmich para solventar su error conjuntado con Pedri, el cambio dio mayor empaque y movilidad a España, que pasada la hora de partido dio el golpe.

Busquets, Olmo y Jordi Alba en la banda. Por ahí subió el lateral del Barça y su centro raso lo remató con magnificencia Morata, imposible para Neuer. Suficiente para romper el empate y suficiente para despertar la euforia en un equipo de autor, entregado del primero al último a la filosofía de su entrenador para dispararse hacia los octavos de final.

Herida de muerte Alemania, Flick movió ficha y respondió al doble cambio español de Koke y Nico Williams por el agotado Gavi y el irregular Asensio, metiendo más velocidad con Sané, Fullkrug y Klostermann con el objetivo claro de convertir el desemboque del partido en un asalto indisimulado al área española.

DESPERTAR ALEMÁN

Y si Luis Enrique dio en el clavo con la entrada de Morata, no tuvo el mismo efecto la de Koke por Gavi, perdiendo peso el centro del campo español y ganando poderío el equipo alemán con sus cambios. La entrada de Sane y Fullkrug le dio ese empuje necesario, al que le costó responder a una España tan decidida en mantener su filosofía como rebajada en su brillantez.

Así, de repente, llegó el jarro de agua fría con el balón que se llevó Fullkrug ante Rodri, mal resuelto en su marcaje y lento en la reacción, dejando al joven alemán solo ante

Unai, que soberbio antes frente a Kimmich y Musiala, no pudo hacer nada contra el obús a quemarropa de Fullkrug que significó la igualada.

A partir de ahí, otra vez, los unos y los otros buscaron la victoria. Con más fortaleza los alemanes y más intento de combinación los españoles. Sabían los de Flick la necesidad de ganar para no depender de nadie en la última jornada y de ahí se entendió su dominio salvaje del que no pudo sacar provecho.

Al final empate… Y no todos contentos. Pero, sin duda, satisfechos por el fenomenal homenaje que regalaron al Mundial.

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