México golea a Jamaica y asegura su boleto para la final de la Copa Oro
La exhibición ante la eventual complejidad de Jamaica y sus legionarios de la Liga Premier, termina siendo la condicional y condicionada bendición de su afición, que, sin llegar al lleno, coloreó gran parte de las tribunas del Allegiant Stadium (29 mil asistentes), el mismo camposanto donde fueron enterrados por Estados Unidos en la Semifinal de la Liga de las Naciones.
Lo cierto es que desde la atingencia de Guillermo Ochoa cuando atajó todo lo atajable, hasta la impecable atención en defensa, la solidez y despliegue en media canchas, hasta las exhibiciones de Orbelín Pineda y el trabajo estoico de Henry Martín, redondearon la noche ante la siempre esforzada Jamaica.
Más allá de la oportunidad de lavarse la cara y sus pecados, sin duda es también una cuña hacia el futuro de Jaime Lozano para hacerse cargo de la Selección Mexicana, al menos durante las tres próximas Fechas FIFA, habida cuenta de que, como se informó, Juan Carlos Rodríguez no tiene prisa por detonar La Bomba de un nombramiento definitivo.
Jamaica arrancó el juego, espeso, espesito, como agua de horchata. Y México arrancó en turbo. Como dijo que quería, como dijo que exigía Jaime Lozano en la conferencia de prensa.
Apenas gorgoreaba sus primeros segundos de vida el minuto 2, cuando Jesús Gallardo por izquierda mete el balón al área, incómodo, veloz, saltarín. Henry Martín se encuentra con una cita a ciegas, inesperada. Muchos años ya, para que se inhibiera. Controla y define de zurda, entre el batallón defensivo caribeño y el azoro de Blake. 1-0.
El gol tuvo su efecto expansivo. Jamaica en la histeria del descontrol, y México en la comodidad relativa de la ventaja. El Tri presionó y acorraló. Estuvo cerca del segundo en el merodeo del área jamaicana, pero entre los lances del arquero y balones que erizaban los postes, todo quedaba en aproximación, en bufidos de la tribuna.
Al paso de los minutos. era ya tal el control que tenía México, sin poder manifestar el dominio, que la mayor amenaza de Jamaica llegó hasta el minuto 23, con un zapatazo caramboleado, que ataja Guillermo Ochoa con un quejido, por la violencia, pero sin apuros.
La ventaja crecería al minuto 30. El Maguito de Coyuca seguía sacando trucos de su sombrero de arriero, y nuevamente va al suelo. Cobro desde fuera del área de Luis Chávez. La zurda, esa zurda ausente desde el pincelazo mundialista, recuperó la lozanía. Ahí, al ángulo. Donde los murciélagos en Wuhan se atenazan y duermen. 2-0.
Ya Jamaica estaba demasiado golpeada y México confiado, como para esperar sobresaltos en el cierre del encuentro. El 2-0 fue una especie de anestesia al juego, que sólo alborotó la tribuna con lances de Guillermo Ochoa, especialmente en balones elevados, que siempre ha sido motivo de estremecimientos para la Selección Mexicana.
La segunda mitad refleja la sacudida en el vestidor de Jamaica. El técnico islandés Heimir Hallgrimson, debió sentir que el mundo se le venía encima, tal como su nombre (heimir en islandés equivale a mundo).
La mejor versión jamaicana pujaba y empujaba en la cancha. Más intención y más intensidad, sobre todo, con atención a su disparo de mediana y larga distancia, como forma de hacer presión y tratar al menos de culminar sus jugadas sobre la portería de México.
Jaime Lozano intenta cerrar el partido con dos cambios, pero sin renunciar a otra notación. Carlos Rodríguez entra por Erick Sánchez y Santiago Giménez por Henry Martín.
Los cambios implican lo de siempre: descontrol y tiempo. Y Jamaica aprovecha, lo que lleva a Lozano a agregar solidez en media cancha. El resucitado Edson Álvarez ingresa por Luis Chávez y Roberto Alvarado por Uriel Antuna, el segundo con un plan más estricto de recorridos.
El Tri culmina la tarea con insinuaciones de gol, con remates mal trabajados, precipitados o forzados, pero con llegadas al arco de Jamaica hasta el último minuto, y precisamente en reposición, aparece Gallardo nuevamente para entregar el balón en la boca del gol, al remate de Roberto Alvarado. 3-0.
Y la afición prolongó la fiesta. Olas, olés y el grito “México, México”, más algunos tibios alaridos tras las atajadas de Guillermo Ochoa. Sí, lo que pasa en Las Vegas, en Las Vegas se queda.
México viaja este jueves por la tarde a la ciudad de Los Ángeles y contempla entrenamiento cerrado el viernes y reconocer la cancha del SoFi Stadium el sábado.