LeBron transforma a los Lakers en tres meses
Tras un tercio de temporada, y sin fichajes de renombre, la franquicia angelina ha recuperado el «showtime»y sueña ya con un anillo que no logra desde 2010
Bastaron apenas unos minutos para comprobar el «efecto LeBron» en los Lakers. Nada más anunciar su fichaje por la mítica franquicia, las entradas para verle en acción durante la temporada multiplicaron su valor al mismo ritmo que se depreciaban los abonos de los Cavaliers, su equipo de origen. Sirva como ejemplo que, en 2017, la localidad más barata para ver el estreno de liga en el Staples Center costaba alrededor de 50 euros. Un año después, tras el fichaje del último MVP, era imposible encontrar una por menos de 500.
La llegada de LeBron James ha devuelto los focos a los Lakers, un equipo en declive desde que ganaron el anillo en 2010 de la mano de Bryant y Pau Gasol. La reconstrucción iniciada tras la retirada de Kobe apenas había dado frutos. De hecho, ni D’Angelo Russell ni Julius Randle –dos de sus grandes apuestas en el draft– están ya en el vestuario angelino, lo que explica en parte el despido de Mitch Kupchak, mánager general del equipo hasta 2017. En su lugar aterrizaron Magic Johnson y Rob Pelinka, claves ambos en la llegada de LeBron a Los Ángeles. La piedra angular sobre la que se sostienen los nuevos Lakers, que poco a poco van tomando forma.
La simple presencia de James en el vestuario ha hecho que los jóvenes den un paso adelante. Jugadores como Lonzo Ball, Brandon Ingram o Kyle Kuzma han pasado de preocuparse por sus estadísticas a ponerse al servicio del equipo. Todos remando en una misma dirección, lo que se ha traducido en una mejora sustancial de los resultados, inesperada para este primer año.
Después de cinco años lejos de los playoffs, los Lakers vuelven a estar en la senda del anillo. Son cuartos en el Oeste, con veinte victorias y catorce derrotas, y se han ganado de nuevo el respeto de sus rivales. El triunfo en casa de los Warriors el día de Navidad (101-127) –incluso con LeBron lesionado en el tercer cuarto– es la mejor muestra de ese crecimiento exprés cimentado en el poderío de James, en la mejora de esos jóvenes, pero también en la aportación de un puñado de veteranos implicados.
Porque ante la imposibilidad de atraer a grandes estrellas el pasado verano, la directiva de los Lakers optó por un proyecto de transición que no supusiera un lastre económico para la franquicia y que allanara la llegada de algún agente libre de relumbrón en 2019. Así, llegaron jugadores como Lance Stephenson, Tyson Chandler, Rajon Rondo o JaVale Mcgee. Todos con pasado turbulento. Alguno de ellos, incluso, con cierta enemistad con LeBron. El cóctel, explosivo a priori, se ha transformado en exitoso gracias al liderazgo de James, que más allá de sus propias estadísticas (27, 3 puntos, 8,3 rebotes y 7,1 asistencias por partido) ha sido el nexo común del vestuario desde el primer día.
Asalto al anillo
Quizá sea pronto para hablar de los Lakers como aspirantes al trono, pero lo que está claro es que nadie les descarta ya para el próximo año. Tanto Magic como Pelinka trabajan para que el próximo verano haya dos o tres estrellas que quieran acompañar a LeBron en su misión de devolver la gloria a Los Ángeles.
Será el año que más y mejores agentes libres haya en el mercado. Jugadores como Kevin Durant, Kyrie Irving, Kawhi Leonard, Jimmy Butler o, incluso, Marc Gasol son algunos de los nombres que están ya sobre la mesa de los Lakers, cuya mejor tarjeta de presentación para atraerlos es demostrar la estabilidad del proyecto que ha devuelto las luces de la canasta a Hollywood.